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Sentido de la
vida humana en cuanto vida personal
El sentido de la vida hay que atribuírselo al individuo, pero
sólo en función de la persona. La persona será la resultante
de los múltiples patrones de la vida social y cultural que actúan sobre cada
individuo, «moldeándolo» como persona, a la manera como el individuo es la
resultante de los múltiples genes que interactúan en el cigoto del cual
procede. Pero así como carece de todo sentido biológico el decir que el
individuo está prefigurado en los gametos generadores (tomados por separado),
así también carece de sentido decir que la persona está prefigurada en los
componentes culturales y sociales o en las personas que van a moldear al
individuo. Tenemos que afirmar que la vida del individuo carece propiamente de
sentido espiritual (moral) y que el sentido de la vida sólo puede resultar (si
resulta) de la misma trayectoria biográfica que la persona ha de recorrer. El
sentido de la vida no está previamente dado ni prefigurado, ni puede estarlo,
puesto que le es comunicado a la vida por la propia persona, a medida que ella
se desenvuelve. La tesis de la imposibilidad de derivar del individuo humano el
sentido de una vida personal equivale a la tesis de la multiplicidad de
sentidos virtuales que es preciso asignar constitutivamente al individuo
humano. Dicho de otro modo: si de este migma de sentidos
virtuales va a resultar una trayectoria capaz de definir el sentido de esa vida
(en el conjunto atributivo de las otras personas) será porque el sentido real
es el sentido de la trayectoria «victoriosa» entre las otras trayectorias
virtuales o posibles que el individuo puede haber seguido. Toda determinación
(o actualización de un sentido conferido a una vida) es una negación, una
renuncia o una huida de otros sentidos posibles. Por ello, el concepto de
sentido de la vida es un concepto dialéctico, puesto que él no puede ser
solamente definido por lo que es, sino por lo que ha dejado de ser, por las
otras virtualidades que constituyen su «espacio de libertad». Hay, sin duda,
una indeterminación de raíz y, por ello, los sentidos más profundos de la vida
tienen siempre algo de oculto, de inesperado e incluso de enigmático y
contradictorio con otras posibles líneas de sentido. En todo caso, el sentido
de una vida no está asegurado a priori, sino que sólo puede ir
resultando del proceso de la vida misma. Una vez más recorreremos la metáfora
teatral y, volviendo de nuevo al origen del propio término persona, diremos
que el sentido de la vida personal sólo puede ser escrito por el propio actor
que se pone la máscara (persona trágica) para salir a escena:
un actor que es, por tanto, autor y que, como tal, puede ofrecer un texto
original, interesante, vulgar o un simple plagio. [290-295] {SV 412-414}
http://www.filosofia.org/filomat/df338.htm
1 comentario:
Ferrer Torres 6°C
En general nos trata de decir que el sentido que le damos cada uno de nosotros a nuestra vida, lo vamos descubriendo conforme desarrollollamos experiencias, angustias y sin fin de situaciones nos volvemos conscientes de las cosas que hacemos, y conforme vamos viviendo día con día ,descubrimos la respuesta sobre nuestro sentido existencial.
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