Domingo 26 de Marzo de 2017
En busca del sentido de la vida
Al
cumplirse un nuevo aniversario del nacimiento de Viktor Frankl, padre de la
corriente terapéutica que se centra en el significado de la existencia humana,
Más habló con dos especialistas sobre esta metodología conocida como la Tercera
Escuela Vienesa de Psicoterapia
Puede
que usted no sepa quién es Viktor Frankl. No tiene por qué saberlo. Pero
seguramente en algún momento de su vida se habrá preguntado: "¿Quién
soy?", "Para qué estoy", "¿Cuál es el sentido de mi
vida?", "¿Tiene algún propósito el sufrimiento?". Si usted, en
alguna ocasión, estuvo frente a algunos de estos interrogantes puede que le sea
útil saber quién fue Viktor Frankl y qué es la logoterapia.
Viktor Frankl (26 de marzo de 1905-
2 de septiembre de 1997) fue un psiquiatra, neurólogo y escritor vienés que
fundó la logoterapia, una psicoterapia que hace hincapié en el sentido de la
existencia humana y en la búsqueda de ese sentido por parte del hombre. También
afirmaba que el hombre puede encontrarle sentido a la vida aún bajo todo tipo
de circunstancias adversas o extremas.
Etimológicamente el término logos
es una palabra griega que equivale a sentido, significado o propósito; mientras
que terapia significa curación. No obstante hay una particularidad en su
surgimiento. Fue el propio Frankl quien tuvo que encontrarle sentido a su vida
a partir de una experiencia pavorosa que cambiaría su existencia, y la de
muchos otros.
Frankl:
del horror a la iluminación
Cómo médico y neurólogo vienés,
Frankl, quien era de origen judío al igual que Sigmund Freud y Alfred Adler
—fundadores del psicoanálisis y la psicología individual respectivamente—
estaba encaminándose a mediados de los años 40 a una previsible brillante
carrera profesional. Desde 1940 hasta 1942 dirigió el departamento de
neurología del Hospital Rothschild, el único hospital de Viena donde se admitía
a judíos.
El clima era hostil: la II Guerra
Mundial ya había estallado y el régimen nazi estaba llevando a cabo su nefasto
plan de solución final. El destino de millones de almas corría peligro y la
vida de Frankl no era una excepción. A pesar de contar con un visado para
emigrar a Estados Unidos, el psiquiatra decidió permanecer con sus seres
queridos. Unas semanas después él y su familia fueron deportados.
En Auschwitz se separó de su mujer,
Tilly Grosser, de la que no supo más nada a lo largo del cautiverio. Luego
despidió a su madre en el campo de Theresienstadt sabiendo que nunca más iba a
verla. Días después presenció la agonía y muerte de su padre en el mismo campo.
En un abrir y cerrar de ojos el psiquiatra perdió todo y a todos. Y no sólo
sufrió pérdidas de seres queridos. En ese mismo campo destruyeron un libro que
estaba escribiendo.
Durante la guerra estuvo internado
en cuatro aberrantes campos de concentración donde experimentó lo que significa
una existencia vacía. Allí, en medio de torturas, hambre, frío, brutalidades de
todo tipo y ante el riesgo de su propio exterminio, Frankl conoció el infierno
y se preguntó cuál era el sentido de su sufrimiento y el de otros.
Juró a sí mismo no suicidarse y
trató de sobrevivir a duras penas. Afortunadamente el médico vienés superó el
horror. La liberación le llegó el 27 de abril de 1945.
Frankl estaba exhausto,
psicológicamente derrumbado: no tenía adónde ir ni a quién acudir; toda su
familia había muerto, a excepción de una hermana que había escapado a
Australia. No poseía dinero, salud, cobijo, ni hogar. Aún así, la terrible
vivencia del Holocausto le dejó una enseñanza profunda: a pesar de todo la vida
tenía un sentido.
Pronto se dio cuenta de qué lo
ataba a la existencia, lo que le confería razón a su supervivencia: era el
deseo de ayudar a los demás a encontrar la razón de su existir. Con el tiempo
fue recobrando energías, continuó trabajando en las ideas acerca de la logoterapia,
y se propuso terminar el libro que le fuera confiscado. Hoy, dicha obra, que
vio la luz por primera vez en 1946 bajo el título "Ein Psychologe erlebt
das Konzentrationslager" (Un psicólogo en un campo de concentración) y que
finalmente se editó como El hombre en busca de sentido, ha tenido un éxito
arrollador: vendió millones de ejemplares a lo largo de todo el planeta y fue
traducido a más de veinte idiomas. Además, la Library Congress de Washington
(Estados Unidos) lo declaró como uno de los diez libros de mayor influencia en
América. Sin dudas, el legado de Frankl —más de 30 publicaciones y múltiples
conferencias a lo largo y a lo ancho del planeta— es invaluable y merece el más
distinguido de los reconocimientos. Por eso es necesario profundizar más en sus
conceptos, al cumplirse hoy 112 años de su nacimiento.
En
el ámbito local
Si
bien esta forma de psicoterapia no es nueva, no son muchos los ámbitos privados
en los cuales se la contempla. Con respecto a la esfera académica pública, la
logoterapia no es considerada como prioridad. Más allá de esto, en la
actualidad, atraviesa una fase fecunda gracias al trabajo de profesionales
formados y certificados en la materia.
En Rosario, el sitio de obligada
referencia es el Centro de Análisis Existencial Viktor Frankl, ubicado en
Santiago al 1100. Más habló allí con Cecilia Saint Girons, directora de la
institución, miembro fundadora del Centro Viktor Frankl para la Difusión de la
Logoterapia de Buenos Aires, psicóloga, profesora de filosofía, psicología, y
pedagogía y vicedirectora del colegio secundario Nuestra Señora de la
Misericordia. Consultada sobre el tipo de actividades que se realizan en este
espacio, explicó que se trata de un área terapéutica y formativa. "En
primer lugar realizamos actividades como clínica. Somos un grupo de psicólogos
que trabajamos en la atención con pacientes, sean niños, adolescentes o
adultos. También poseemos un área de formación y capacitación con la que
dictamos cursos, seminarios y otras actividades. Hemos organizado y participado
en congresos a nivel nacional e internacional", explicó. Saint Girons
además subrayó que el espacio de Santiago y San Juan está conectado con otros
centros: "Estamos avalados por el Instituto Viktor Frankl de Austria.
Además trabajamos directamente con el Centro Viktor Frankl de Buenos Aires y
pertenecemos a la Asociación Iberoamericana de Logoterapia. Hace tres años
también que vamos a dar cursos en la Asociación Española de Logoterapia",
completó la psicóloga.
— ¿Cuál es la diferencia entre la
logoterapia y otras corrientes terapéuticas?
—El sello más distintivo es la
inclusión explícita de la dimensión espiritual del ser humano. Lo que trabaja
la logoterapia es una antropología muy clara, afirmando que el ser humano es un
ser bio-psico-social-espiritual. Otras corrientes no incluyen lo espiritual. Lo
que decía Frankl es que la logoterapia es un complemento de otras teorías, no
es una teoría cerrada. Es una perspectiva abierta, integral e interactiva donde
se pueden tomar elementos de otras perspectivas teóricas. No nos olvidemos que
Frankl tenía como grandes influencias a Sigmund Freud y Alfred Adler. Hoy en
día hay muchas corrientes que pueden ser complementadas con la logoterapia: la
terapia sistémica, la psicología cognitiva o la psicología vincular, por
ejemplo.
—¿Por qué la logoterapia es una
corriente que no goza de mayor difusión? A nivel local no es una prioridad en
el ámbito académico y en la Universidad Nacional de Rosario no está contemplada
formalmente en el plan de estudios...
—Hay distintos factores. Uno de ellos
es la corriente hegemónica fuerte y preponderante que existe en el país: me
refiero al psicoanálisis. Todos los otros enfoques de alguna manera están
subordinados al predominio del psicoanálisis y analizados desde esa óptica, no
en forma independiente y profunda. Por otra parte creo que la logoterapia tiene
la propia dificultad de ser muy asimilada con la religión. Hay gente que la
confunde con un culto o que cree que es una terapia para personas creyentes. Es
un error y una mala fama que tiene. A modo de autocrítica, quizás existe una
escasa divulgación científica que tienen nuestros trabajos. En ese sentido nos
hemos comprometido a realizar publicaciones. En 2014, por ejemplo, publicamos
"La búsqueda de lo posible", un libro que intenta explicar la
logoterapia aplicada a la educación y a la clínica.
—¿Cómo se puede ayudar a una persona
sumida en la desesperanza?
—Lo que hacemos es abordar el
tratamiento desde lo que Frankl definió como "Neurosis noógena", un
tipo de padecimiento que tiene que ver con la dimensión espiritual y que se
caracteriza por una sensación de vacío existencial. Se trata de individuos que
quizás no saben para qué viven o no le encuentran "sabor" a su vida.
Si esa persona acude a nuestra consulta, aplicamos específicamente la
logoterapia, que es la terapia que trata de buscar sentido a la vida.
Etimológicamente la palabra logos se define como "razón de ser" y
terapia como "curación". La curación deviene al encontrar un sentido
a la existencia. La hipótesis básica de Viktor Frankl es que siempre hay un
sentido, aún en las peores circunstancias. Frankl, que fue prisionero de cuatro
campos de concentración acuñó una frase muy conocida: "A pesar de todo, sí
a la vida". Pese a las circunstancias extremas él decidió sobrevivir. Lo
decidió porque era un ser libre pero a su vez el azar y el destino le
permitieron eso, obviamente. No todos los que decidieron vivir sobrevivieron,
está claro. Frankl afirmaba que la libertad de pensamiento no podía serle
arrebatada al ser humano y que la vida siempre oculta un sentido aunque éste no
sea muy evidente. La última de las libertades es adoptar una actitud ante un
destino inevitable.
—Hablemos sobre la logoterapia y la
vida moderna. Debe haber personas que tienen una vida "armada" pero
que aún así experimentan un gran vacío en su existencia. ¿Esto es frecuente?
—Sí, totalmente. La logoterapia es la
aplicación clínica de los fundamentos analíticos existenciales, es decir, la
visión del humano como un ser libre y responsable. Frankl explica un eje
cruzado donde arriba está el sentido y abajo el vacío. En los polos horizontales
se encuentran el éxito y el fracaso. En los cuadrantes podés ubicar a una
persona que le va bien, tiene éxito y se encuentra satisfecha. Sin embargo hay
gente que lleva una "buena vida" y se siente fracasada. Quizás tienen
de todo y no lo pueden disfrutar.
—Hay una sobredimensión de la palabra
éxito...
—Claro, lo que pasa es que hay que
ver cuál es el contenido de dicho éxito. Si se lo reduce a aspectos materiales
o superficiales, cuando perdés la belleza o el dinero te sentís fracasado.
Frankl en algunos textos hablaba de plenitud en lugar de éxito. Podés estar
pleno viendo un atardecer, sentirte bien, y no necesariamente tener mucho poder
o dinero.
—Ya han pasado casi dos décadas del
fallecimiento de Viktor Frankl. ¿Cuál es el balance que hace de su obra?
—A nivel mundial está el Instituto
Viktor Frankl de Viena (Austria) que está llevando una tarea de registro y aval
de distintos centros del mundo, y de personas que otorgan el certificado de
logoterapeuta. Nosotros pertenecemos, como centro, a esa institución austríaca.
En el plano mundial hay muchas entidades y trabajos realizados, pero su
difusión no es masiva. Quizá, como mencionabas, porque no está como contenido
en las currículas universitarias. Sí se da en Buenos Aires, por ejemplo en la Universidad
Católica Argentina, o en la Universidad Católica de La Plata. Pero no son
contenidos obligatorios en la universidad pública.
Desde Europa
Más habló con el profesor Alexander
Batthyány, Director del Viktor Frankl Institut, el centro oficial de Viktor
Frankl en Viena. Desde el viejo continente, Batthyány alumbró conceptos y
brindó su visión acerca del aporte y los retos que afronta la logoterapia en la
actualidad.
Consultado sobre las diferencias
entre esta corriente terapéutica y otras, el profesor aseguró que "la
logoterapia no sólo busca cuáles son los déficits de una persona sino que hace
hincapié en sus fortalezas, no sólo en las condiciones imperantes sino en la
libertad que se tiene. Por ejemplo: algunos pacientes experimentan una suerte de
ansiedad irracional, pero por supuesto no son sólo ansiosos, sino que la
cuestión es que se sienten impedidos por sus situaciones de ansiedad.
Además, añadió: "Cuando un
terapeuta sólo se concentra en la ansiedad —muchos lo hacen— origina lo mismo
que el paciente, se preocupa demasiado en la inquietud. Y quizás él o ella la
están alimentando en vez de hacerla mermar. La logoterapia, en cambio, no sólo
se fija de dónde proviene ese desorden sino que hace hincapié en qué es lo que
la persona puede hacer, con o sin ese desorden. Está orientada a la libertad de
acción. Mientras que en la terapia comportamental el paciente puede aprender a
cómo sobrellevar el miedo a las alturas o a los ascensores, por ejemplo, en la
logoterapia el objetivo es mucho más profundo: hacer que la persona sea más
fuerte que la ansiedad sin importar cómo ella pueda llegar a manifestarse en un
futuro.
—¿Cuál es la contribución más
significativa que aportó la logoterapia a la humanidad?
—La contribución principal de la
logoterapia es doble. Brindó libertad en el panorama de la psicoterapia y puso
orientación y significado al escenario psicoterapéutico. La libertad es una
idea central y ella nos dice que ningún diagnóstico puede ser tomado por
sentado mientras la persona siempre pueda cambiar su camino. Otro aporte es el
cuidado psicológico de aquellas personas cuyo sufrimiento es
"normal", esto es, aquellos que todavía necesitan ayuda sin ser
rotulados como "mentalmente enfermos".
—¿Qué desafíos afronta en los tiempos
modernos?
—La humanidad afronta severos
desafíos (el tema de los refugiados, el virus del Zika, etcétera) y la
logoterapia está especialmente equipada para ayudar en esta cuestión. En estos
momentos, esta corriente posee un interés sin precedentes por parte de vecinas
escuelas de psicología y psiquiatría: nunca hubo tanta gente interesada en
nuestro trabajo, en libros y otras lecturas sobre el tema. Sólo en los últimos
cinco años fueron fundados alrededor de veinte nuevos centros de logoterapia en
todo el mundo. Sin dudas es cada vez mayor su crecimiento.
Hernán Osuna / Especial para Más
http://www.lacapital.com.ar/mas/en-busca-del-sentido-la-vida-n1363132.html